Bien es cierto que las Náyades, Nereidas, Ondinas y demás Ninfas guardan con celo sus dominios
Bien es cierto que con alguna suerte es posible convencerlas de mostrarlos
Lo que no se tenía claro
Es que fuera tan doloroso asomarse a ver la terrible desolación
Que estos Espíritus, carentes de libre albedrío, padecen en sus acuáticas posesiones
En las que con suerte un mortal se ahoga de vez en cuando
Y donde normalmente no pasa mayor cosa
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