lunes, 31 de enero de 2011
Rotaciones
A veces me mareo, sobre todo cuando pienso consistentemente en lo enorme del Universo y lo lejos que estás en él, a un par de revoluciones galácticas de distancia de la más cercana supernova. Quizá sea cuando me hago consciente de la aceleración angular del brazo de Orión respecto al Agujero Negro Central que el mareo se hace mas claro, como si el Agujero me estirara hacia él y a la vez mi eje precesara en torno al eje universal con el resultado de que el viejo y conocido suelo de esta Tierra se vuelve inestable y las paredes se convierten en asideros poco fiables. Si inclino noventa grados la cabeza con los ojos cerrados, como si me la desprendiera y la pusiera cansado sobre mi hombro, los vectores gravitacionales se anulan y finalmente el mareo remite: solo algunas lucecillas que se desprenden velozmente de mi retina quedan como evidencia evanescente. Tan lejos queda el Gran Atractor que impone la deriva galáctica como el remanso nebuloso, semillero de soles, en el que no yaceré jamas.
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