domingo, 11 de septiembre de 2011

Victoria de Tampico, 11 de septiembre de 1829

No puede decirse de ninguna manera que una victoria belica sea honrosa para ninguna de las partes. De ambos bandos hay mala intencion -sobretodo desde los altos mandos- y mueren personas que han llegado al frente muchas veces sin tener claro los porques o para ques. De todas maneras son hitos que cambian la historia, los caminos que los pueblos recorren -aunque al final los caminos sean siempre los mismos en una perspectiva mas amplia- y crean efemerides y heroes a los cuales entronizar en unos pedestales tan efimeros como vagos puedan ser sus trayectorias: hoy ensalzados, mañana denostados.
Tampico, 11 de Septiembre de 1829. Ya consumada la Independencia de la antigua Nueva España desde el 27 de Septiembre de 1821 con la anuencia del ultimo virrey Don Juan O'Donoju -despues defenestrado por Fernando de Borbon, el VII- las disensiones internas del nuevo pais llamado pomposamente Estados Unidos Mexicanos -gracias a la influencia de las logias masonicas importadas y enviadas ex-professo desde la poco antes creada republica de los Estados Unidos de America que nacio con el afan incontenible de hacerse dueña de costa a costa y de polo a polo de la America de la cual tomaron nombre- ocasionan un clamor de los antiguos favorecidos del regimen virreinal ante las turbulentas cortes españolas alegando caos, miseria y deseo de cobijo bajo las banderas de Su Borbonica Majestad -y es que alla se cocian los vientos de restauracion monarquica y absolutista una vez expulsado el invasor tras la llama encendida el 2 de Mayo en Madrid, destruido el anhelo legitimo y a todas luces civilizatorio de unos cuantos españoles y del gobierno Imperial Napoleonico para instituir la Revolucion Francesa por todo el orbe e iluminar Europa para desterrar las cucarachas del oscurantismo de las monarquias hereditarias, anhelo detestado por las bases mismas de una sociedad que dos siglos mas tarde sigue sumida en conflictos nacidos de la esquizofrenia entre el creer, actuar, integrar y construir - para pedir una Expedición que viniera a recuperar con un golpe de mano la antigua y rica colonia de la Nueva España. Aca, las mismas turbulencias habian hecho rodar cabezas y encumbrar otras y se habia declarado la forma de gobierno federal, calcada sin ningun respeto por las particularidades del territorio emancipado, de la de los vecinos del Norte, homogeneos en cuanto proposito y cultura. Preclara cabeza la del General Don Antonio Lopez de Santa Anna, que habria de concentrar sobre si mismo los mas altos honores y las mas bajas calificaciones que un ser humano puede llegar a tener: salvador de la patria, traidor -a la semejanza de su admirado corso del cual heredo genio, figura y desdicha. Con una vision militar que lo condujo a las victorias mas esplendidas como a las derrotas mas absolutas, Santa Anna se empecino -no hay otra palabra- en forzar asedio y derrota de la flota expedicionaria a cargo del General Isidro Barradas -hoy borrado de los archivos o cubierto de tan gran baldon en su patria que su nombre se silencia o se oculta incluso en la tan supuestamente democratica y abierta red de redes como no sea para recordar su perdida.  Santa Anna, recien cumplidos años, en la flor de la edad, listo para comerse el mundo, cuenta en su empresa con gente de enorme talla como el General Manuel Mier y Teran, pero no cabe menoscabar la energia, el carisma, el enorme animo que el pequeño -de talla- Don Antonio es capaz de infundir en sus tropas al recorres a caballo -blanco- todas las posiciones, fungir de ordenanza, meterse el mismo en las trincheras, en el lodo provocado por el furioso huracan que asolara la desembocadura del Panuco la noche anterior al asalto final. Una figura enorme y a la vez cubierta de las sombras por las posteriores gestas que lo marcaron para siempre como el peor de los villanos en la Historia de esta Nacion en gestacion y hoy en plena adolescencia. Se dijo que en las orillas del Panuco, el 11 de septiembre de 1829 se consolido la Independencia Mexicana al ahuyentarse para siempre el fantasma de una cruzada de reconquista como la que Isabel y Fernando consumaran en Granada en 1492. A la caida del Aguila  tras la infame guerra contra los Estados Unidos -en perfecto paralelismo con la del Corso- desaparece para siempre de las efemerides nacionales esta fecha y se relega al olvido institucional la sangre derramada, el vomito negro, el huracan, la bravura y la tactica, la soberbia y la posterior desesperacion del invasor y se pierde esta fecha que arroja una luz sobre aquel que fuera despues tildado como traidor a la patria como lo fuera aquel otro  -Agustin de Iturbide- que poco antes fuera fusilado en esta misma tierra tamaulipeca, victima de los avatares y de la rueda de la necesidad historica. No hay mas que hacer un analisis critico y comparado de la historia que nos llena del orgullo de haber consolidado con sangre y fuego una independencia y no haber sido capaces de consolidar nunca una independencia economica como pedia aquel otro que jamas tuvo una batalla ganada, Ricardo Flores Magon. Seguimos siendo adolescentes mantenidos por unos padres viciosos que nos dan palmaditas en la cabeza cuando nos portamos bien y que nos usan como armas arrojadizas cuando servimos a sus tristes y poco claros intereses.

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