lunes, 21 de noviembre de 2011

Cafe

Que triste seria que ademas tambien tuviera que dejar el cafe. El liquido espeso, oscuro y endulzado me pasa rapidamente por el gaznate calentandome suavemente las entrañas -en las cafeterias el espresso no esta hirviendo, para salvaguarda de las dos terceras partes de mi potencia sexual- amargandome el paladar, saturandome el olfato. Minutos mas tarde se me activan las neuronas buenas y se me encienden un poquito las malas -que son la mayoria-; dependiendo de la cantidad tambien se me acelera el pulso, me suda la "linea T" y me retumban un poco los oidos, gracias al clarisimo efecto vasoconstrictor y estimulante del sabroso brebaje. Pero esto solo cuando excedo las 4 tasas de espresso seguidas. Normalmente la primera taza, la que rompe el ayuno me provoca un deseo irrefrenable de encender un cigarrillo, el cual lamentablemente he dejado. Asi que he cambiado la rutina y me preparo el cafe al amanecer -en las islas del pacifico del sur, quiero decir, porque aca suelen ser mas de las 9 cuando hago el cafe- lo pongo en un vaso desechable -me vale el medio ambiente, lo siento, o que alguien me regale una tacita adecuada- y arranco el coche.. asi se enfria el cafe y voy circulando en mi dorado bolido subcompacto camino al Norte, oyendo mi musica a todo volumen y tomo sorbitos como haria cualquier ciudadano del pais del automotor -un europeo sufriria un colapso si me viera. Pero desvario -ha de ser un efecto colateral de mi vertigo de larga evolucion-. Lo que queria decir es que me suele ser un vicio solitario mas por lo solitario del amanecer que por lo vicio, pero ahora bebo cafe rodeado de una multitud escandalosa y variopinta. El ruido blanco de las conversaciones, la musica casi en off, la luz tenue se conjugan como para quedar aun mas acufenico y nistagmico, pero esto no interfiere en mi concentracion, mas bien la refuerza por anulacion de coherencia externa. La verdad es que vine a refugiarme de mi mismo y del terror que acecha en las neuronas.

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