no hay nada mas raro que el mar....es como el blues, puede hacer llorar o reir pero siempre llega al fondo de las tripas; dependiendo de la epoca del año huele distinto: a sexo de hembra, a muerte en las cubiertas, a sal.
Amanecer en diciembre frente al Mar Mediterraneo: este Mare Nostrum, mar de juguete que sin embargo esta licuado con la sangre de todos los pueblos que lo han surcado o que han vivido en sus orillas los ultimos diez mil años. Normalmente es apacible como un abuelo que juega con sus nietos, pero en diciembre este Mar frente a Barcelona, cuando el viento helado que baja del Artico gira dos cuadrantes y llega de Levante, el pequeño Mediterraneo esta especialmente bravo: azota iracundo la endeble y artificial costa, sacude las esbeltas embarcaciones de placer de los plutocratas y arranca flecos de las palmeras tontas. En realidad es mas un acto de fe que de voluntad irse a parar ahi frente al bicho mugidor, que lanza espumas como si estuviera rabioso, que a la que te descuidas te moja hasta las narices con un subito levantamiento de espuma, que te lanza sus alaridos, como una plañidera, como una madre histerica por la muerte de sus hijos, como un haz de radiacion sincrotron nacida del choque de dos galaxias.
Es el frio, pero son mas las agujas que se meten atraves de la bufanda y del jersey. Es el viento y la revenzaton que ensordecen, pero al final es un acto de devocion y de contricion pararse ante esta tan inhospita costa.
Dandole las espaldas, Barcelona duerme a la espera de un viernes de visperas de vacaciones. Los ultimos transhumantes se recogen, la bestia se prepara a echarse, se riegan las calles de los barrios y yo como un perfecto imbecil me congelo frente al Mar, dando Testimonio de mi Fe.
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