No quedan mas que los muertos: se dejan los calcetines en la puerta, olvidan las toallas secándose a la luz de las estrellas y cae de súbito el amanecer sobre aquellos que no tienen paciencia. Remontemos la cuesta del amanecer, que los charcos de sangre de perro se dejen atrás y que solamente el rocío -lágrima de ángeles- cubra nuestros hombros y las losas de Los que pasaron a mejor vida.
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