tus profundos ojos
tus pequeña boca
tu esbelto cuello
tu espesa cabellera
me han causado siempre tal azoro
que no recuerdo ni tu voz;
en todos estos años
no creo haber cambiado nunca
una palabra contigo
pero pronuncio sin hacerlo
tu nombre
con consonancias de sílfide
y éste cae
liviano y fresco
en la tremenda canicula:
ondula como balsa de aceite
sobre el verde oceano
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