Es alrededor del mediodia
cuando me suelo poner la escafandra
y me lanzo a las cubas de dorado reflejo.
Como Noé, pero mas rapido,
digamos que tras un par de minutos
me embriago irremisiblemente
y no me pasa la borrachera sino hasta bien entrada la noche
digamos que no antes de la hora oscura.
Entonces reconsidero mi vida y me pregunto si valen la pena tantas penas.
Y cada amanecer
pasadas las diez
me vuelvo a decir que si
y vuelvo a pecar
y a repetirme
y a no acabar de saciarme de estos caldos.
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