Tenemos hoy de nuevo a la Diamanda, y nos mata con sus entrañas poderosas: si ella hubiera comandado a los sudistas, aun tendriamos el Imperio del Septentrion.
En fin que no fue asi y ahora nada mas alentamos un desanimo infinito: el sistema no es justo ni equitativo, pues los poetas nos morimos como polillas ante las llamas y la llama ni se da por aludida.
Al cabo las cosas se resuelven.
Normalmente el futuro es para mal, hasta que llegue el mal absoluto en el que tampoco no cree nadie y la Tierra se vea arrasada.
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