domingo, 21 de febrero de 2010

Ya no llueve

Ha dejado de llover. Unos dias atras el viento que bajaba desde las estepas de Texas barria furioso la planicie costera. Los anuncios se balanceaban con cada racha y las laminas de un cobertizo cercano a casa en semiabandono, tableateaban como ametralladoras. Las mañanas sobretodo eran terrorificas, pensar que se podia salir a la calle y recibir un golpe de una rama, que una lamina arrancada podria volar y cortarnos el pescuezo. Muy apocaliptico. Tampico arrimado al Golfo, encajonado por las lagunas y el rio, podia ser empujado a las aguas, barrido de las historias. Luego la lluvia y el frio. Una llovizna de todo el dia, no un chaparron como los hay en la otra punta del Golfo, en Yucatan. Mas bien el chipi-chipi que le llaman, pero que combinado con las rachas de viento arrastraba el lodo -la constante de esta ciudad cuando hay agua, polvo cuando deja de haberla: tierra voladora, recordatorio constante de la fragilidad de las llanuras aluviales creadas en tiempos no tan remotos (apenas unos 60 millones de años atras, casi ayer). Una llovizna de esas que hace los dias miserables. Fumar en un recodo del edificio con esa llovizna encima se convierte en un acto de resistencia, mientras que el calor huye de entre la ropa calada por el aire humedo, el humo azul calientito entra al pecho y el humo gris exhalado se confunde con el vaho, creando la ilusion de habernos convertido en dragones a los que hubieran apagado los bomberos con un chafarrinon de sus mangueras.
Ya no llueve ahora. Los torrentes que bajan por las calles pavimentadas de concreto, chocolatosos por el lodo de la mayoria de calles que estan sin pavimentar desde que la planicie emergio de las agua se han secado. Quedan piedrecillas testigos, monticulos de lodo reseco que se van convirtiendo en ese polvillo que se adhiere a todo, ese polvillo rico en vanadio, azufre y otros amigos de la Tabla Periodica de los Elementos, salido de la entraña rica en minerales de esta tierra petrolera y venidos tambien con las aguas del Panuco, bajando de la cuenca minera ricos en metales pesados y tambien de la fertil zona agricola del norte, cargados de pesticidas y fertilizantes que hacen las delicias de las celulas desorganizadas del cancer.
Ya dejo de llover. El Sol pica y aunque la temperatura aun pide usar un abrigo ligerito, la piel enrojece y se enroncha, agredida por el salitre y los vapores de todos los elementos malaxados en esta tierra caliente, antaño reino del vomito negro, el paludismo y aun ahora, del dengue.
Uno tiende a preguntarse como se establece la gente, como se acostumbra y que facil es vivir donde sea.

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