martes, 12 de mayo de 2009

dia de trabajo, bcn

Despues del cafe empieza verdaderamente el dia. Hay tantas cosas pendientes como briznas de hierba en la sabana y como tales hay que tomarlas una por una para trenzar un nudo y despues de sudar mucho, un tejido decente. Fidelisimo a mis preceptos empiezo a resolver uno de los apuros, despues me aburro y cojo otro, doy vueltas rajando de todo lo humano, la becaria me recuerda que hay que hacer una llamada, mandar un correo, ir a rayos x y entre unas y otras ya hay que irse a comer. Revisar de ultimo minuto el correo, encender el equipo para la muestra de hoy, ir corriendo al baño, todo esto retrasando al resto del personal unos cinco o diez minutos. A tomar el solecillo y el viento ingrato de primavera a la entrada de la facultad camino a los comedores para hacer la pausa de las dos de la tarde, comer, hacer la sobremesa, mirar furtivo o francamente anonadado a las beldades de camiseta de tirantes, chanclas y faldas variopintas que circulan arriba-abajo entre comedor y la facultad, sin mencionar por supuesto a las adoradoras del sol del atrio que restringen su area corporal oculta a lo que no se llama vientre, brazos, pantorrillas. Unos dias mas y otros menos, pero tras la comida viene el sopor, haciendo valida la vieja costumbre de la siesta, pero que ahora ha perdido vigencia y predicamento. Ni modos, con un cafe, una lavada de dientes y agua en el cogote se puede empezar ahora si, el dia de trabajo. Ah claro, entre el despiste que da andar pensando las musarañas, mas de una tarde se estropea por haber armado mal un experimento o por dedicarla a la especulacion filosofica. Los pendientes se acumulan, en las horas de trabajo toca ademas resolver las pequeñas cosas de la vida miserable: pagar servicios, hacer transferencias de dinero, llamar al del cable-internet. Y la infinita pereza, el inacabable animo de quedarse mirando la montaña aunque se caiga el mundo, conduce a desvarios como la prosa o el verso desmañado y en las ocasiones fuera del tiempo derrotado, a crear unas capas de oxidos lindas como las primeras piedras creadas por el Señor.

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