domingo, 13 de septiembre de 2009

Ya no llovió


Amaneció...bueno, no sé como amaneció porque yo dormía, pero al mediodía el cielo estaba cubierto, la temperatura agradable y un aroma a aire nuevo dominaba sobre el usual hedor a orines de perro y a sofrito. Arriba se acumulaban los cirros, cúmulos y estratocúmulos -las nubes pues- con un color que en el otro mundo preconizaría un diluvio, horas sin luz en casa y algún árbol derribado. Algunos truenos por la parte de la montaña anunciaban una función entretenida y ya en la calle, rachas frescas del sur ponían a bailar los usuales papelitos de "se vende piso en zona Collblanc". Tres, cuatro cuadras casi desiertas: a la hora muerta del almuerzo los vendedores de películas piratas recogen su mercancía de la acera junto al mercado y se van por los bares a ofrecer su mercancía. Arriba gris y abajo cada vez mas solitario. Durante la hora u hora y media de la comida con postre y café incluídos se fué cerrando más el capote y al salir algunas gotillas arrastradas oblicuamente por la creciente ventolera me salpicaron la cara empañándome las gafas. Afuera la poca gente se movía de prisa dispersándose hacia los bares, metiéndose al metro a la carrera y arriba y desde el sur, un creciente frente luminoso daba presencia a la cortinilla de llovizna que caía para este momento. Al meterme bajo techo una rociada como metralla sobre el tejadillo y después nada, ya no llovió.

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