domingo, 21 de noviembre de 2010

Fosfenos

Levanto la mirada hacia la montaña y veo sombras que se mueven ante mis ojos. Arrobado, trato de enfocarme en sus detalles, fijar sus contornos, pero tras un parpadeo se desvanecen. Por la calle soleada y fría las sombras escurridizas vuelven a desfilar en mi campo visual. Me detengo y hago esfuerzos en congelar la aparición pero las formas vagamente translúcidas se desvanecen en lo que dura un suspiro. Abro los ojos por la mañana, cuando la claridad toca mi ventana y la manta calientita me arropa el pecho y ahí estan de nuevo: evanescentes contornos, fugaces destellos de lo que ya a estas alturas presiento como enviados de una realidad paralela y amistosa.
Mas tarde el médico me dice: son opacidades del líquido intraocular que si te molestan, desaparecen con sólo agitar un poco la cabeza o parpadear un par de veces.
Mi fe se derrumba.
Resulta que en vez de sublimarme hacia un mundo etéreo y misterioso me estoy solidificando por partes, haciéndome cada vez mas basto.

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