miércoles, 8 de diciembre de 2010

Casa

Tengo una cama mullida, fresca en verano, calientita en invierno. Tengo unos zapatos para andar por las calles. Tengo un horno caliente para preparar la pizza. Tengo un abrigo para resguardarme del viento y de la lluvia. Tengo un cochecito para cargar mi compra. Tengo mis libros, mis peliculas y mi musica para pasarme las tardes de domingo. Tengo en mi trabajo una ventana desde la cual veo la montaña y la luz mortecina del otoño peinar las copas de los árboles que se van deshojando todas las tardes. Tengo el marfil que se enfría en los crepúsculos y la sal gema de afilados cantos. Tengo la golondrina que revolotea en torno mío y el temblor que agita la superficie oscura y líquida cuando pasa el mediodía. Tengo un junco que vacila con el viento que baja de las cimas y los pétalos de una blanca flor, que enrojecen al calor del hogar junto a la ventana. Tengo el bálsamo de la brisa y del sol otoñal.

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