Va y viene, se detiene un segundo agitando las alas a velocidades ultrasónicas, vuelve a elevarse y da una vuelta alrededor del laboratorio, se vuelve a posar, esta vez en el canto del escritorio, se frota las patitas entumecidas por el frío, parece aquietar su ritmo por unos segundos, pero casi en seguida torna a revolotear por todas partes, presa de un ánimo juguetón.
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