miércoles, 8 de diciembre de 2010

Weed

Te palpo como el violín solitario los arrabales lejanos.

Lentamente, el río reclama su parte de lluvia.

Un mañana que pasa por el poema se aproxima poco a poco,
yo porto la tierra lejana y ella me lleva por los caminos.

Sobre el caballo de tus costumbres, mi alma teje
de tu sombra un cielo natural, hilo a hilo.

Yo he nacido de tus actos en la tierra y de mis heridas
cuando esparcen las flores de granado de tus jardines cerrados.

La sangre de la noche fluye blanca del jazmín. Tu perfume
es mi debilidad y tu secreto me persigue cual picadura de serpiente.

Tu pelo es una jaima de viento con colores otoñales.

Camino con las palabras
hasta el fin de las palabras del beduino a dos parejas de palomas.

Te palpo como el violín la seda del tiempo lejano
y crece, en torno nuestro, la hierba de un lugar antiguo y nuevo.

(Sonata V, Mahmud Darwish)

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