domingo, 1 de marzo de 2009

Francamente el tema de la Entropía ya me tiene sin cuidado. Hizo ahora el 450 millonésimo aniversario de mi casa y estoy cansado. Podría retirarme y dedicarme a revisar mis viejos textos, mis fotos almacenadas. Quizá podría sacar una bonita página web para dióscuros en formación. Que pena no obstante el abandono enorme en que quedan ciertas cosas: tanto que costó armarlas y se van carcomiendo, se desgasta el orden divino -y válgame la expresión- con el que fueron hechas sin que nadie tenga en cuenta lo que se va perdiendo. Sea. Aún Yo soy capaz del tedio y estoy soberanamente cansado de remontar la corriente termodinámica. Todo se irá secando y la informe sopa energética se irá diluyendo conforme pasen los eones. Pero en el recóndito de mis atardeceres me siguen conmoviendo tantas ausencias. Me duelen las duelas apolilladas y las hierbas irreverentes. Me mortifica tanto una fresa fuera de temporada como una puerta reventada. Más que nada me sabe muy mal que nadie se recuerde de cómo eran las cosas antes del Tzimtsum.

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Apura, que la entropia aumenta