domingo, 5 de septiembre de 2010

Sin descanso en el Dia del Señor

No menos de ocho horas revisando numeritos, las bitacoras escritas a veces hace mas de un año -y a veces hace cinco o diez- para desentrañar los garabatos e invocar la memoria -bendita sea- para saber cur, quomodo, quando? Estrujarse las meninges a dos manos, golpear metaforicamente el craneo contra paredes de roca entre cuyas grietas asoman tentadores y magnificos atisbos de solucion a nuestras teorias -q suelen ser muchas veces meras corazonadas. Acabar la jornada del domingo, que es cuando el Señor descansa y cuando podemos, por lo tanto, acercarnos -de puntitas eso si- a Sus apuntes y leerlos iluminados por Su presencia. Dejar que mientras las calles estan vacias, las playas llenas, los corazones henchidos de gozo familiar, los vericuetos del cerebro -algunos bastante dañados por el abuso del telefono movil- se empapen de las delicias y los misterios de la Creacion. Seguro que El se rie por lo bajo de nuestro pueril empeño por sacarle de debajo de Su almohada Sus ultimos apuntes o de nuestras febriles tentativas de robarnos de La Escritura -que creemos- No Revelada que El que guarda, aparentemente con gran celo, las distintas respuestas a nuestras extrañas corazonadas, que por supuesto, estan dictadas por El. Para muestra, basta ver en donde Lo encontre -Me encontro? Nos encontramos?- el otro dia: a muchos miles de aumentos.

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